Si yo tuviera un abuelo me gustaría que fuera como el Don que hace rato se sentó a mi lado en el café.
Sería un señor no muy alto,y podría pu teear con más razones sobre mi estatura; espero no muy gordo, como consecuencia de su atlética juventud; y con muchas canas, explicando que mi madre tenga cabeza blanca a sus 50 años. Tendría lentes gruesos, de esos de fondo de botella por leer tanto. Un poquito sordo, como mi tía Florencia. Quizá tendría las manos con callos por haber trabajado en algo emocionante por algún tiempo. Muchas arriguitas, muchas, muchas; de esas que cuentan historias sin ser habladas.
Si yo tuviera un abuelo sería como este Don que en un inglés básico me charla después de haberme visto intentar leer el Volkskrant con ayuda de Google Translator. Un Don que me pregunta qué opino sobre el nuevo impuesto en Italia, que me dice que le da pena lo que la gente en general piensa de Amsterdam y que me pregunta de donde vengo. Que me dice que siempre leyó cosas bonitas sobre México y que no entiende como es que ahora lee sobre cabezas en la calle. Un señor bonito que me dice que el mundo siempre cambia tanto y tan rápido que debería poner más atención a lo que pasa al rededor para no llegar a mis 80 y sentirme más perdida que nunca.
Si yo tuviera un abuelo (que por supuesto en algún momento tuve y nunca llegué a conocer) esperaría que fuera como él. O quizá como los abuelos holandeses, que andan en bicicleta por la mañana en lugar de quejarse de lo que les duele. Quizá como los suecos también, de los que salen a pescar a -1ºC y creo que no hacen fila por una tarjeta del peje.
Si yo tuviera un abuelo, quizá hasta me llevaría bien con él.
domingo, 11 de diciembre de 2011
miércoles, 16 de noviembre de 2011
6ta. Blog.
El día de ayer decidí crear un blog para mi amiga Libertad.
La idea la tomé del blog de Atenea para Aura.
Espero pronto se ponga contenta.
La idea la tomé del blog de Atenea para Aura.
Espero pronto se ponga contenta.
jueves, 6 de octubre de 2011
5ta. Reencuentros.
Bicicletas. Uno al lado del otro. Noche. Un tren que partía en 30 minutos. Entonces, todo se detuvo.
Repentinamente el mundo se había reducido al sonido de las bicis que pasaban a los lados y del cariño enorme que vibraba entre ambos. Cinco años antes ninguno de los dos esperaba tantos cambios en su vida, y sin pensarlo ahí estaban.
Uno vivía en una ciudad fondo de un país ganado al mar con murallas que recuerdan que la paz ha venido de las guerras. La otra, andaba por el mundo con una residencia fija en la cuna del pecado. Así sin quererlo, se habían reencontrado después de año y medio y buscarse tanto.
Un frisbee. Una risa. Un abrazo.
¿Qué más se puede pedir en la vida?
Repentinamente el mundo se había reducido al sonido de las bicis que pasaban a los lados y del cariño enorme que vibraba entre ambos. Cinco años antes ninguno de los dos esperaba tantos cambios en su vida, y sin pensarlo ahí estaban.
Uno vivía en una ciudad fondo de un país ganado al mar con murallas que recuerdan que la paz ha venido de las guerras. La otra, andaba por el mundo con una residencia fija en la cuna del pecado. Así sin quererlo, se habían reencontrado después de año y medio y buscarse tanto.
Un frisbee. Una risa. Un abrazo.
¿Qué más se puede pedir en la vida?
Ubicación:
Ámsterdam, Países Bajos
domingo, 2 de octubre de 2011
4ta. Sol por que se puede, no por que se tiene.
El día que supe que venía a Amsterdam pensé claramente en bicicletas y tulipanes. También pensé en la gente que reencontraría. Hasta mucho después pensé en la mariguana y las vitrinas. Pensé en muchas cosas que viviría, comería, tomaría y vería viviendo en el norte de Europa Continental. Lo último que pensé sería en vivir el Sol.
Aquí la gente vive. Despiertan, toman sus bicis, andan hasta el canal y se sientan. Se quitan sus gorritas, se abren los abrigos, se toman de las manos y entonces sus arrugas parecen estirarse ante el calor que las zurca. Despiertan, toman a sus bebés, andan hasta el parque y ponen una manta en el pasto. Se quitan el canguro, ponen la botella de agua, abrazan al niño y entonces sus cabellos rubios parecen ser más dorados ante la luz que los abraza. Despiertan, toman sus guitarras, andan hasta las bancas y deciden que tocar. Se quitan las mochilas, abren las cervezas, empiezan a cantar y entonces sus sonrisas parecen ser más bonitas ante la vida que los rodea.
Se disfruta del Sol no por que se tenga, sino por que es posible. Por que no es necesario cuidarse ni tener miedo a lo que pueda pasar andando por la calle. Por que sabes que siempre vas a poder regresar a casa. Por que sabes que como mujer eres tan fuerte/vulnerable como cualquier chico. Por que sabes que no hay una guerra que no pediste en la calle.
En mi país siempre lo tenemos: todo el año, todo el tiempo. Ojalá haya día en que siempre lo podamos.
miércoles, 5 de enero de 2011
3ra. Universo
El taxi avanzaba y parecía que en cualquier momento levantaría vuelo. La ciudad en el horizonte, la contrastante ciudad de México con sus luces y sus historias, parecía un mar de luciérnagas nadando en el cielo negro. En el ipod alguna trova sonaba y en la radio un narco-corrido se entonaba. Él callado y ella de mal humor, la mejor combinación para un viernes en la noche de tráfico.
Al subir al distribuidor apenas una estrellita se asomaba en la noche, pero a medio camino, la maraña de luces artificiales se besaba con la de naturales. El radio bajó el volumen y el ipod terminó su batería. Y entonces ocurrió: dos desconocidos se conectaban por medio de la admiración.
-El Universo es enorme.
-Y bello también.
-Señorita, ¿cree que estamos solos en el espacio?
-Eso es algo dificil de contestar mi Don, pero no podemos ser tan egoístas como para creerlo.
Y el silencio volvió a reinar. Sin embargo, esta vez no era el silencio que caracteriza los embotellamientos, más bien era un acompañamiento que los unía.
Al llegar a las Torres de Mixcoac todo se rompió, el Sedán descendió del segundo piso y ella volvió a dar instrucciones. Unos metros después el taxi se detuvo y el pago seguía. El intercambio de un Morelos por un Benito se dió y entonces él se fue.
La noche absoluta le enseñaba que ella era minúscula.
Al subir al distribuidor apenas una estrellita se asomaba en la noche, pero a medio camino, la maraña de luces artificiales se besaba con la de naturales. El radio bajó el volumen y el ipod terminó su batería. Y entonces ocurrió: dos desconocidos se conectaban por medio de la admiración.
-El Universo es enorme.
-Y bello también.
-Señorita, ¿cree que estamos solos en el espacio?
-Eso es algo dificil de contestar mi Don, pero no podemos ser tan egoístas como para creerlo.
Y el silencio volvió a reinar. Sin embargo, esta vez no era el silencio que caracteriza los embotellamientos, más bien era un acompañamiento que los unía.
Al llegar a las Torres de Mixcoac todo se rompió, el Sedán descendió del segundo piso y ella volvió a dar instrucciones. Unos metros después el taxi se detuvo y el pago seguía. El intercambio de un Morelos por un Benito se dió y entonces él se fue.
La noche absoluta le enseñaba que ella era minúscula.
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