domingo, 11 de diciembre de 2011

7ma. Abuelo.

Si yo tuviera un abuelo me gustaría que fuera como el Don que hace rato se sentó a mi lado en el café.
Sería un señor no muy alto,y podría pu teear con más razones sobre mi estatura; espero no muy gordo, como consecuencia de su atlética juventud; y con muchas canas, explicando que mi madre tenga cabeza blanca a sus 50 años. Tendría lentes gruesos, de esos de fondo de botella por leer tanto. Un poquito sordo, como mi tía Florencia. Quizá tendría las manos con callos por haber trabajado en algo emocionante por algún tiempo. Muchas arriguitas, muchas, muchas; de esas que cuentan historias sin ser habladas.

Si yo tuviera un abuelo sería como este Don que en un inglés básico me charla después de haberme visto intentar leer el Volkskrant con ayuda de Google Translator. Un Don que me pregunta qué opino sobre el nuevo impuesto en Italia, que me dice que le da pena lo que la gente en general piensa de Amsterdam y que me pregunta de donde vengo. Que me dice que siempre leyó cosas bonitas sobre México y que no entiende como es que ahora lee sobre cabezas en la calle. Un señor bonito que me dice que el mundo siempre cambia tanto y tan rápido que debería poner más atención a lo que pasa al rededor para no llegar a mis 80 y sentirme más perdida que nunca.

Si yo tuviera un abuelo (que por supuesto en algún momento tuve y nunca llegué a conocer) esperaría que fuera como él. O quizá como los abuelos holandeses, que andan en bicicleta por la mañana en lugar de quejarse de lo que les duele. Quizá como los suecos también, de los que salen a pescar a -1ºC y creo que no hacen fila por una tarjeta del peje.

Si yo tuviera un abuelo, quizá hasta me llevaría bien con él.

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